lunes, 27 de febrero de 2012

Madre






Querida madre:

Admiro tu fortaleza, tus ganas de luchar, tu coraje, tu manera de enfrentarte a los obstáculos.

Me has enseñado a ser fuerte, a no rendirse a pesar de las adversidades que aparezcan en el camino.

Que en esta vida, nada te lo van a dar hecho, que cada uno tiene que mirar por su propio pellejo, que tienes que sufrir para aprender.

No soporto ver tu tristeza, porque tu dolor es el mio también. Sé que eres fuerte, pero débil.

Quizá no llevemos la relación que me gustaría tener contigo, que aunque no me demuestres tu cariño, me quieres, al igual que yo a ti.

También debería de abrirme a ti y contarte cómo me siento, que la única persona que tengo en mi vida no puede demostrarme apoyo o ayuda.

Sé que eres así, por todo lo que tuviste que soportar, que te apagaste poco a poco, te refugiaste en tu mundo.

No puedo evitar llorar al escribir esto, duele, duele demasiado.

Aunque no te diga nunca te quiero, o te admiro, estaré aquí, para todo lo que necesites.

Tu hija.

No hay comentarios:

Publicar un comentario