miércoles, 29 de febrero de 2012

Intruso




Desliza tus dedos sobre mi cuerpo, acaricia mi pecho, baja por mi abdomen hasta llegar más abajo de mi cintura.

Desnudame lentamente, sin prisa, como si el tiempo estuviera parado y todo girara en torno a nosotros.

Cómeme, saciate de mi, desliza tu lengua sobre mi cuerpo.

Juguetea con mi pelo, con mis labios, con mi cuello...

Métete dentro de mi, como un intruso, sin pedir permiso.


lunes, 27 de febrero de 2012

Dolor






Te vas y te alejas, a un mundo lejano, lleno de oscuridad y tristeza.

Donde los sueños se convierten en pesadillas, rodeado de todos tus miedos.

Agonizas entre senderos de espinas, suplicando piedad.

Este martirio perdudará por toda la enternidad, serás tratado como mereces, como trataste tú a los demás.

Rodeado de soledad, encontrarás tu suplicio, no te dejará respirar.

Pasarás por todo aquello que hiciste pasar, humillación y vejación.

No habrá piedad.

Pagarás por todo el sufrimiento cometido, revolviéndote sobre tí mismo, pidiendo misericordia...

Madre






Querida madre:

Admiro tu fortaleza, tus ganas de luchar, tu coraje, tu manera de enfrentarte a los obstáculos.

Me has enseñado a ser fuerte, a no rendirse a pesar de las adversidades que aparezcan en el camino.

Que en esta vida, nada te lo van a dar hecho, que cada uno tiene que mirar por su propio pellejo, que tienes que sufrir para aprender.

No soporto ver tu tristeza, porque tu dolor es el mio también. Sé que eres fuerte, pero débil.

Quizá no llevemos la relación que me gustaría tener contigo, que aunque no me demuestres tu cariño, me quieres, al igual que yo a ti.

También debería de abrirme a ti y contarte cómo me siento, que la única persona que tengo en mi vida no puede demostrarme apoyo o ayuda.

Sé que eres así, por todo lo que tuviste que soportar, que te apagaste poco a poco, te refugiaste en tu mundo.

No puedo evitar llorar al escribir esto, duele, duele demasiado.

Aunque no te diga nunca te quiero, o te admiro, estaré aquí, para todo lo que necesites.

Tu hija.

El tiempo




El tiempo marca nuestra piel, con cicatrices, arrugas, recuerdos…

El tiempo es nuestro maestro, nos enseña a amar, superar obstáculos, sufrir, disfrutar…

Nos quita a seres a los que amamos, pero después los remplaza por otros.

No hay que vivir en el pasado recordando cosas que quizá podríamos haber hecho o dicho.

Vivir el presente, superando día a día las cosas que se te presentan en la vida, poniéndonos metas, esforzándonos por ser un poco mejores.

El futuro vendrá solo, impredecible y misterioso.

Vacío




Este vacio, esta sensación... pensé que no volvería a caer, me prometí que tenía que ser fuerte, pero no puedo...

Amo a otras personas, pero están vacias, no me dicen nada...

Sólo tú conseguiste lo que no consiguió nadie, pero te vas... te vas y vuelves... y yo caigo.

Me gusta tanto tu olor, tu cuerpo, tu manera de tenerme que no puedo olvidar.

Los recuerdos vuelven a mi cabeza como un jarro de agua fria.

El tiempo pasa, pero es inevitable sentir que el corazón se me sale del pecho cada vez que te veo...

Miradas se cruzan, parecen que dicen algo... pero no estoy segura.

Que necia fuí...

Todos nos hemos sentidos solos alguna vez, pero con el tiempo te das cuenta que no necesitas alguien a tu lado para ser feliz.

El encuentro






Ruth iba como siempre a su cafetería preferida para desgutar ese maravilloso café que tanto le gustaba.

Esa mañana, ella se sentía especialmente cautivadora, se puso su mejor ropa... un vestido rojo ajustado que marcaba sus innumerables curvas, los labios rojos como las cerezas y los ojos negros como la aceituna...

Al llegar a la cafetería estaba la misma gente de siempre, excepto una persona. Era la primera vez que la veía, esa persona era un hombre alto y guapo. Tenía unos labios carnosos una nariz fina y larga, unos ojos azules como el cielo y una sonrisa encantadora.

Sus miradas se cruzaron y ella sintió que le ardía el pecho...

Pero no se atrevió a decirle nada..

Cuando terminó su café y disponía a irse el camarero le dió una pequeña nota: Este es mi número, espero recibir pronto tu llamada. Ella, confusa, preguntó quién le habia dado ese papel. El camarero le confirmó que era su apuesto hombre alto de ojos azules.

Pasó la primera noche, sin poder dormir, sumida por las dudas de qué hacer.

Decidió llamarlo. Quedaron en la misma cafetería donde se conocieron por primera vez.

Charlaron durante horas y el día se volvió noche.

-¿Quiéres venir a mi casa? -dijo ella. Está aqui al lado, podríamos tomar la última en mi casa.

Él, sin titubear acepto encantado.

Estaba nerviosa, le sudaban las manos y le temblaba el cuerpo.

Ya, en la puerta, se quedaron mirando el uno al otro, una mirada llena de pasión en donde se podía leer que uno deseaba al otro.

Entraron y se sentaron en el sillón..Él empezó a acariciarle el cuello lentamente, podía ver como se le erizaba la piel de ella, empezó a besarla y la tumbó sobre el sillón quedandose él al lado de ella...

Él empezó a tocar sus pechos, ella se estremecía. Quitó su blusa azul, dejando ver sus hermosos pechos bien proporcionados, no podia dejar de contemplar la belleza de aquella mujer.

Ella se sentía cada vez más húmeda, buscó con su mano por la cintura de él algo duro y palpitante hasta encontrarlo.

Él empezó a bajar lentamente, besando su cuello, sus pechos, su ombligo... le quito las pequeñas braguitas negras de encaje que llevaba y hundió su cabeza entre sus muslos.

Podía sentir como gemía, eso hacía que él se pusiera más y más duro.

Entra dentro, por favor -dijo ella suplicante.

Él aceptó y se fundieron en uno.

Ella sentía como entraba y salia de su cuerpo muy suave algo duro y grande, le gustaba. Sentía como aumentaba la rapidez de sus golpes. Se estremecía de placer. No podía dejar de retorcerse, sentía el palpitar de él...

Fue una noche increíble para ella y para él.

Él para despedirse, la miró a los ojos y con una dulce voz le dijo:

-Hasta nunca preciosa-

Jamás volvieron a encontrarse...

La sociedad nos marca


La sociedad nos marca con sus anuncios, en como debe ser la mujer perfecta: cuerpo 90-60-90...

Supongo que habréis leido miles de artículos relacionado con este tema, pero hoy os quiero dar mi opinión sobre ello.

Miles de mujeres han tenido que soportar insultos, vejaciones,..etc, por tener unos kilitos de más o no ser físicamente guapas.

Y yo os digo, ¿qué más da el aspecto, cuando lo que importa es el como seas?

Esta frase típica que todos hemos dicho alguna vez, que todos decimos, pero no seguimos.

No pretendo dar lecciones sobre moralidad, pero deberíamos de aplicar nuestras palabras a nosotros mismos.

Anorexia y bulimia, las enfermedades de "moda", seguidas por miles de mujeres que, debido a ser humilladas constantemente han acabado padeciéndolas.

Esas personas que desprecian a otras por ser "diferente" o no ser estéticamente "perfecto", esas, son las únicas que tienen que cambiar.

Uno es perfecto tal y como es, no hay que dejarse guiar por los miles de anuncios que usan a mujeres con una cara y un cuerpo bonito para hacer marketing.

La felicidad de uno mismo y la valoración por nuestros méritos hacen que seamos bellos y perfectos, no nuestro físico.

Adiós.


Oigo como pelean, oigo como le grita, como la pega...

Me siento en un rincón de la habitación hasta que todo pasa, tapo mis oidos para no escuchar, para no escuchar el sufrimiento de ella.

Silencio.

Voy hacia la cocina y allí esta ella, tirada en el suelo, de lado, cogiéndose las rodillas, asustada como un bebé por no estar en los brazos de su madre.

Le acaricio la cara, el pelo.

-Ya pasó mamá.

Papá esta muy furioso y cabreado. Se va, dejando tras de sí un estruendo al cerrar la puerta.

Mamá esta asustada y llora desconsoladamente, todavía tirada en el suelo.

Sufro por ella, no me gusta verla así, no sé qué decirle para que se sienta mejor.

Me tumbo a su lado, acompañándola con el sufrimiento.

Papá a vuelto, me manda a mi cuarto.

Otra vez ruido, gritos, cosas que se caen.

El mismo proceso: me acurruco en un rincón, tapándome los oidos hasta que todo pase.

Silencio.

Voy a buscarla, pero ahora hay mucha sangre, ya no llora, ni sufre. Ahora duerme, duerme para siempre.

Y me ha dejado, me ha dejado sola y debo ser fuerte.