lunes, 27 de febrero de 2012

Adiós.


Oigo como pelean, oigo como le grita, como la pega...

Me siento en un rincón de la habitación hasta que todo pasa, tapo mis oidos para no escuchar, para no escuchar el sufrimiento de ella.

Silencio.

Voy hacia la cocina y allí esta ella, tirada en el suelo, de lado, cogiéndose las rodillas, asustada como un bebé por no estar en los brazos de su madre.

Le acaricio la cara, el pelo.

-Ya pasó mamá.

Papá esta muy furioso y cabreado. Se va, dejando tras de sí un estruendo al cerrar la puerta.

Mamá esta asustada y llora desconsoladamente, todavía tirada en el suelo.

Sufro por ella, no me gusta verla así, no sé qué decirle para que se sienta mejor.

Me tumbo a su lado, acompañándola con el sufrimiento.

Papá a vuelto, me manda a mi cuarto.

Otra vez ruido, gritos, cosas que se caen.

El mismo proceso: me acurruco en un rincón, tapándome los oidos hasta que todo pase.

Silencio.

Voy a buscarla, pero ahora hay mucha sangre, ya no llora, ni sufre. Ahora duerme, duerme para siempre.

Y me ha dejado, me ha dejado sola y debo ser fuerte.

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